sábado, 18 de abril de 2009

Hasta aquí, el marco de la puerta.

La linealidad del tiempo es un concepto que se nos enseña casi forzosamente. Es facil demostrar esto en una persona sin reloj en una habitación sin vetanas. Nos ubicamos naturalmente por parametros como el amancer y el atardeces, pero estos no son lineales.
Que te levantes porque “ya es tarde” para esto,aún así es “muy temprano” para esto otro. Y si es domingo está bien, pero no si es lunes. Estas subjetividades hacen aún mas notorio lo forzoso del tiempo lineal.

Entonces, ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es un minuto, una hora, una vida?
Dicen saber quienes tienen con que, que el universo empezó hace trillones de veces la edad de la tierra, y ni hablar de la mía. En comparación a eso ¿Qué es un día en mi vida? Una comida, una conversación, un libro. ¿Son nada de nada?

El concepto de espacio es un poco menos forzoso porque se interactúa con de forma mas sensitiva. Empero cuando empezamos a tomar dimensiones y hacer escalas, es también bastante imponente la consecuencia.
Entonces, ¿Qué somos? Millonésimas partes de espacio, en minúsculos instantes. Como es que “tantas” cuestiones parecen pasar en tan poco. Es fácil, aunque triste, entenderlo cuando a uno le cuentan lo que fue alguien, y tantas cosas que hizo. Y uno dice, claro, y yo ni sabía. Así también uno piensa: Y claro, exactamente así nadie sabrá quien yo fui, y si lo saben, probablemente serán pequeños eventos de mi persona.

¿Existe la trascendencia, o es que todo es tan intrascendente que realmente nadie puede alcanzarla?

Recuerdo mi primer poemario, el cual comencé a escribir en el momento que consideré mas pertinente, aquel mismo que mis compañeros dedicaban a estudiar para ingresar a la universidad. Tal poemario, que dicho sea de paso ya no existe más que en mi recuerdo, lo nombré orgullosamente Trascender. Es curioso que ese mismo pensamiento, como motivo de revuelta gastro-cerebral,venga "tanto" tiempo despues para inspirarme a escribir tras tan larga pausa.

Conteo de eventos.

Tan solo desde aquel poemario, no ingresé a la carrera que quería, ingresé a otra que aprendí a querer, fui feliz, ame a una mujer con todo mi ser,fui infeliz. Desaparecí de mi vida por tres días y tardé tres semanas mas en rearmarme de convicción para volver. Volví a cambiar de carrera, conocí a cientos de personas, me separé de mi familia y mi país y comencé a buscarme a mi mismo (y sigo). Encontré el fondo del pozo de mi estructura, y puse yo mismo el primer cimiento de quien quise ser, luego lo quité, y lo puse en otro lado una y otra vez. Lo mismo con el segundo y tercero.
Dejé los malos hábitos, y me volvieron a encontrar. Saqué lo que no quise en mi corazón, y lo volví a encontrar. Los volví a dejar y no quiero mirar atrás, pero no sé si me esperan delante o seré yo quien los alcance.

Pasaron 22 años y un día desde que nací, y sigo encontrándome en el marco de la puerta. Dejando atrás y mirando delante, espero seguir así mucho tiempo mas, me siento cómodo en el marco de la puerta, es antisísmico según dicen. No se aun quien soy, pero mi río de mi mismo. Me río de no poder dejar una palabra sin corregir cuando tipeo, habiendo sido una rotunda bestia en ortografía en la escuela sin el menor atisbo de arrepentimiento. Me río de no poder salir de casa sin algo que leer, cuando de chico me castigaban con lectura, castigo que por supuesto eludía eligiendo libros colmados de imágenes a través de las cuales viajar .

No me conozco, pero voy sabiendo que cosas no quiero ser. Ya hay cosas que no soporto, y no deseo, no me gustan, y de las cuales no me rodeo. No soporto el odio, la falsedad, el egoísmo ni cualquier tipo de segregación. De entre lo que si sé, o si puedo afirmar en todo caso. Esta que soy curioso, que no me interesa ser como alguien mas que lo que soy cada dia, que ya es de por si bastante variable. Hago todas las cosas que puedo en mi vida por el hecho de conocerlas, sentirlas y saber que sienten los otros que hacen de ellas sus vidas.

Supongo que soy una gran pregunta, que disfruta de despedazar respuestas convirtiéndolas en miles de preguntas. Disfruto de que no exista la verdad sino como respuesta al método, que solo el método exista en la mente, y que la mente sea quien nos evidencie la existencia misma.

Estoy agradecido por cada fragmento de ese gran todo que se ve desde mi “casi nada”.