Entonces uno piensa; voy a hacer una buena pregunta y obtendré una excelente respuesta, y así prosigue:
Que es lo que hace que actuemos de una u otra manera?
Porque no decimos lo que queremos decir?
Porque la gente da tantas vueltas en la vida, adonde va? Quien las guía? Hacia donde?
Quien soy? A quien pertenece mi destino? A mi?
Cada 10 segundos soy una persona distinta. Completamente impredecible, no se adonde voy, y recuerdo vagamente de donde vengo. Me busco en mis recuerdos, y todo es tan borroso, tan mezclado.
A veces la realidad sucede en varias capas en nuestras mentes, por un lado estas mirando al profesor explicando, y un poco mas atrás estas pensando en esa chica tan linda que siempre te mira, y porque nunca le dices nada. Profundizando un poco recuerdas que nunca llamaste a tu madre, ni por su cumpleaños, y que la semana pasada le dijiste que lo harías. Y así sucesivamente, suceden estas cosas y nos encontramos mirando una esquina en el techo, viajando involuntariamente entre todas estas cuestiones de la mente.
El gran problema con el cuestionamiento, es que el abuso de el produce un sinfín de procesos simultáneos que no te permiten hacer lo que deseas como lo deseas. Es decir, tu vida pasa a estar gobernada por tu necesidad de respuestas. Lo irónico es que por lo general las preguntas generan un campo de conocimiento, que contiene muchas mas preguntas que la pregunta inicial, así, a partir de una sola pregunta, puedes llegar al conocimiento trascendente, o al delirio.